En la boda de Pilar y Antonio cada detalle estaba cuidado con un cariño especial. La entrada a la iglesia con una puerta antigua de madera fue decorada con cestos, arbustos y espigas que le daba un ambiente campestre precioso. En la entrada le esperaban con gran emoción los «pajes» para abrir paso a la novia hasta el altar. La corona de paniculata fue todo un acierto para el sencillo look con la capa verde esmeralda, una muñeca que derritió a todos los invitados con su dulzura.
Fotos: Elena Bau